
Que la Iglesia, sobre todo la jerarquía eclesiástica, es un referente en este país, para un numeroso grupo de personas, no creo que haya nadie que lo ponga en duda. Otra cosa es el acierto de esta jerarquía en sus afirmaciones o en las notas que publica.
No termino de entender si esta jerarquía busca el bien moral o juega a hacer política de partido en este país. No entiendo su última Pastoral. Habla de la unidad de España y del terrorismo. Sabemos que no hay unanimidad entre sus miembros. La sensación que impera es que algunos de ellos trabajan a favor de un partido político mientras que otros lo hacen a favor de otras sensibilidades. No voy a discutir hoy sus diferentes razones. Pero me gustaría opinar acerca de la forma de entender la política frente a la banda terrorista ETA que defiende la jerarquía eclesiástica.
Habla la jerarquía de indulgencia. Una palabra muy poco afortunada. Las indulgencias se compraban. De diferente maneras. Pero eran compradas por los creyentes. Aquí y ahora debemos hablar de perdón. Perdón, que no significa olvidar, que no significa entrega, que no significa rendición, que no significa hacer como que no ha pasado nada. Porque sí ha pasado, algunos han atentado contra la vida de quienes no pensaban como ellos, con el resultado de muertes, de secuestros, de sufrimientos en suma para inocentes que no utilizaban las mismas armas, que estaban en desventaja, por no ser violentos ni hacer de la violencia su principal recurso.
Por eso, en mi opinión, hay que utilizar el argumento del perdón, desde el evangelio. Hay que construir el futuro. Mirar al pasado no conduce a nada. No hay vencedores ni vencidos. Los muertes, los heridos, los secuestrados, sus familiares, todos, insisto, todos, son los grandes sufridores, por inocentes, por no culpables de tener otra visión de este país, por estar en el lugar equivocado en la hora equivocada. Pero los del otro bando, los que han puesto las bombas, los que han llevado al sufrimiento a gente inocente, tampoco han ganado, no son vencedores. Difícilmente pueden hacer que sus argumentos sean aceptados sin abandonar la violencia o las pistolas. Por eso, hay que saber ceder, hay que construir un futuro, donde cojamos todos. No podemos construir ese futuro sin los otros. Nos gustará más o menos, pero los otros están ahí. Y ellos también tienen sus razones. Aunque el uso de las armas les haya quitado fuerza moral para defender sus argumentos. Sin olvidar, pero si tomando conciencia de que todos en algún momento somos agresores o victimas. Todos cedemos, todos reconocemos errores, todos perdonamos y todos intentamos avanzar hacía un futuro donde todos , todos, tenemos cabida.
Este post está basado en razones evangélicas, no políticas, como supongo que han sido las utilizadas por la jerarquía eclesiástica en su pastoral. Por eso, sigo siendo optimista. En algún momento, veremos la luz, y empezará a construirse un futuro para los vascos, para los españoles, para ambos en paz y hacía un futuro mejor. Donde todos hayamos ganado. Sin vencedores, ni vencidos.
¿Qué pensáis vosotros?
