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Pensar a Dios

El obispo cristiano y americano, que no católico, John Shelby Spong, ha escrito un libro, donde publica doce tesis para Pensar a Dios desde el mundo actual por los hombres actuales a tenor de las aportaciones de ciencia. Me parecen muy interesantes y más aún el hecho de ser un punto de partida .

1. El teísmo, como forma de definir a Dios, ha muerto: ya no se puede pensar a Dios, con credibilidad, como un ser, sobrenatural por su poder, que habita en el cielo y está listo para intervenir periódicamente en la historia humana e imponer su voluntad. Por eso, la mayor parte del lenguaje teológico actual sobre Dios carece de sentido; lo cual nos lleva a buscar una nueva forma de hablar de Dios.
2. Dado que Dios no puede pensarse ya en términos teísticos, no tiene sentido intentar entender a Jesús como la encarnación de una deidad teísta. Por eso, la Cristología antigua está en bancarrota.
3. La historia bíblica de una creación perfecta y acabada, y la caída posterior de los seres humanos en el pecado, es mitología pre-darwiniana y un sin sentido post-darwiniano.
4. La concepción y el nacimiento virginales entendidos literal y biológicamente, convierten a la divinidad de Cristo, tal como tradicionalmente se entiende, en imposible.
5. Los relatos de milagros del Nuevo Testamento no pueden interpretarse, en un mundo posterior a Newton, como sucesos sobrenaturales realizados por una divinidad encarnada.
6. La interpretación de la Cruz como un sacrificio ofrecido a Dios por los pecados del mundo es una idea bárbara basada en conceptos primitivos sobre Dios que deben abandonarse.
7. La resurrección es una acción de Dios: Dios exaltó a Jesús a la significación de Dios. Por consiguiente, no es una resucitación física ocurrida dentro de la historia humana.
8. El relato de la Ascensión supone un universo concebido en tres niveles y por eso no puede mantenerse, tal cual, en una época cuyos conceptos espaciales son posteriores a Copérnico.
9. No hay una norma externa, objetiva y revelada, plasmada en una escritura o sobre tablas de piedra, cuya misión sea regir en todo tiempo nuestra conducta ética.
10. La plegaria no puede ser una petición dirigida a una deidad teísta para que actúe en la historia humana de una forma determinada.
11. La esperanza de una vida después de la muerte debe separarse, de una vez por todas, de una mentalidad de premio o castigo, controladora de la conducta. Por consiguiente, la Iglesia debe dejar de apoyarse en la culpa para motivar la conducta.
12. Todos los seres humanos llevan en sí la imagen de Dios y deben ser respetados por lo que cada uno es. Por consiguiente, ninguna caracterización externa, basada en la raza, la etnia, el sexo, o la orientación sexual, puede usarse como base para ningún rechazo o discriminación.
¿Qué os parece?

Si estáis interesados en el tema, podéis leer más aqui
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la ética del cuidado


Hemos crecido rodeados de personas que nos han cuidado. Nos hacían la cama, nos preparaban la ropa y la comida. Si estábamos enfermos nos acompañaban al médico y nos daban las medicinas a su hora.

Según íbamos creciendo seguíamos teniendo personas que cuidaban de nosotros. Y no era fácil. Cuando nos convertimos en padres allí estaban para lo que hiciese falta. Al llegar los nietos seguían cuidando de ellos, los acompañaban al colegio, jugaban con ellos, y se convertían en abuelos-padres mientras sus padres trabajábamos o nos “divertíamos” en determinados momentos.

Personas “cuidadoras”, que son licenciadas en tareas domesticas y doctoradas en cuidar del núcleo familiar, capaces en muchos casos de compaginar el trabajo de casa con un trabajo fuera que les lleva a una doble jornada laboral.

¿Qué hubiera sido de los hermanos, maridos, hijos, nietos, padres si ellas no los hubiesen cuidado? ¿Habrían disfrutado de la misma calidad de vida?

A todas ellas que sacan capacidad y energía para cuidar, que regalan cariño y generosidad para consolar y tapar agujeros familiares y que practican lo que se llama modernamente ética del cuidado. ¡Gracias!
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más vale solo que mal acompañado



Es fácil encontrarse con afirmaciones como estas: el modelo tradicional de familia está en decadencia, el aumento de los hogares monoparentales es un índice de progreso social y económico, los singles son una imparable clase social, es mejor vivir solos que mal acompañados.
Hace cincuenta años era impensable que un hombre o una mujer viviesen solos sin que nadie se apiadara de él o de ella. E igual se pensaba de un matrimonio sin hijos o de los viudos, viudas con un hijo a su cargo. Parecía imposible que uno pudiera ser feliz sin nadie a su lado. En cambio, de un tiempo a esta parte, los medios de comunicación no cesan de dar noticas relacionadas con la crisis que atraviesa ese modelo de familia tradicional.
Aumentan los hogares unipersonales y monoparentales, desciende el número de matrimonios y aumenta el número de divorcios, las parejas cada vez duran menos, cada día hay más solteros. Los singles son protagonistas de series de éxito en televisión: Friends, Ally McBeal, Sexo en New York, Mujeres desesperadas,…
Todos estos datos llevan a los expertos a afirmar que la crisis que atraviesa el modelo de familia tradicional es consecuencia del progreso social y económico. O lo que es lo mismo, que la familia tradicional no responde a las necesidades de los hombres y mujeres del siglo XXI. Personas de aspecto saludable y moderno que viven en grandes ciudades y que priorizan su felicidad a cualquier otra consideración.
Los 7 millones de solteros con los más de medio millón de monoparentales y los dinky, familias sin hijos, suponen ya un 56 % del gasto total de productos de gran consumo, frente al 44 % que corresponde a las familias tradicionales con hijos. Al mismo tiempo estos estudios destacan que los hogares unipersonales en España gastan un 65 % más que los hogares tradicionales.
Por eso no debe extrañarnos que los sociólogos hablen del paso de una sociedad de familias a otra sociedad compuesta por individuos.
Continuará.

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