la ética del cuidado


Hemos crecido rodeados de personas que nos han cuidado. Nos hacían la cama, nos preparaban la ropa y la comida. Si estábamos enfermos nos acompañaban al médico y nos daban las medicinas a su hora.

Según íbamos creciendo seguíamos teniendo personas que cuidaban de nosotros. Y no era fácil. Cuando nos convertimos en padres allí estaban para lo que hiciese falta. Al llegar los nietos seguían cuidando de ellos, los acompañaban al colegio, jugaban con ellos, y se convertían en abuelos-padres mientras sus padres trabajábamos o nos “divertíamos” en determinados momentos.

Personas “cuidadoras”, que son licenciadas en tareas domesticas y doctoradas en cuidar del núcleo familiar, capaces en muchos casos de compaginar el trabajo de casa con un trabajo fuera que les lleva a una doble jornada laboral.

¿Qué hubiera sido de los hermanos, maridos, hijos, nietos, padres si ellas no los hubiesen cuidado? ¿Habrían disfrutado de la misma calidad de vida?

A todas ellas que sacan capacidad y energía para cuidar, que regalan cariño y generosidad para consolar y tapar agujeros familiares y que practican lo que se llama modernamente ética del cuidado. ¡Gracias!

3 amigos opinan:

Anónimo dijo...

Cuántas personas en nuestras vidas cuya importancia sólo valoramos cuando ya no están... Lo importante es darnos cuenta antes.

Maria. www.comunalia.com/mariabenmen

Carlos dijo...

Nada más que añadir a tu reflexión, si acaso unirme a ti para que esas ¡gracias! se oigan un poquito más.

Diana L. Caffaratti dijo...

Pertenezco a esa raza pero no sé si tan eficazmente como debiera.
Y también tuve quién me cuidara, y lo hizo tan bien que se me convirtió en innolvidable. Qué bueno que hayas dispuesto un homenaje al que me uno calurosamente.