una civilización en crisis



Cuando se derribó el muro de Berlín, que llevó a la unificación de las dos Alemanias y al fin de la guerra fría, una ola de optimismo recorrió Europa.
El paso de los años está demostrando que el optimismo no estaba fundado en hechos que lo hicieran posible.

Vivimos en una sociedad cada vez más secularizada con una cultura que va eliminando referencias a los valores que nos han conducido al siglo XXI.

Los valores en los que se mueven muchas personas, fundamentalmente jóvenes, son borrosos, no están claramente definidos y tampoco terminan de ser aceptados. Eso desemboca en ocasiones en conductas difíciles de entender, ligadas a actos violentos, de una violencia gratuita con la que parecen disfrutar sus autores.

Podemos pensar que son jóvenes desencantados con la sociedad que les ha tocado vivir, pero que se aprovechan de nuestros silencios y nuestras permisiones.

Empiezan a oírse voces que anuncian una crisis de nuestra civilización, incluso los hay que defienden la idea de que no será perecedera sino que traerá consigo el fin de la misma.

Pienso que es muy exagerado hablar así, pero no cabe duda que no podemos quedarnos cruzados de brazos y deberemos ir pensando en tomar medidas como manera de acabar con nuestros silencios y nuestras permisiones

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