la violencia de la Iglesia


Hablar de violencia en la iglesia puede parecer un contrasentido. Sin embargo la historia de la Iglesia está llena de violencia practicada hacia dentro y hacia fuera. No me refiero hoy a la violencia física sino a otras formas de violencia de tipo moral o psicológico. Una de ellas es la violencia represiva que se ha dado contra aquellos que han aportado perspectivas teológicas nuevas,: la teología de la liberación, la teología asiática, la africana, o la indígena.

Hoy leemos en la prensa la destitución del jesuita Juan Masiá de su cargo de director de la cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas.
Una destitución en la que no se ha seguido el procedimiento de escuchar al acusado y sin ningún respeto por sus derechos se le cesa. Según sus compañeros por las presiones de los cardenales López Trujillo y Rouco Varela.

Y todo por decir cosas tan peligrosas como: “sería irresponsable no utilizar el preservativo en caso de contagio de sida, o para impedir un embarazo no deseado, o la utilización de métodos anticonceptivos responsablemente. Sabiendo que no es ni cuestión de fe, ni cuestión de moral, ni cuestión de pecado. Es cuestión de sentido común, responsabilidad y buen humor.”

Un profesor traído de Japón y cesado sin escucharlo, sin decirle de qué se le acusa, al mismo tiempo se le secuestra su libro: Tertulias sobre bioética. Una violencia ejercida por la Iglesia contra uno de sus hijos.

3 amigos opinan:

Anónimo dijo...

Realmente me sorprendió leer este comentario de tu pluma y letra.
Te tengo por ser una persona ecuánime y comedida, además de bastante sensata. Si te respondo ahora es porque tengo un ejemplo que creo ayuda a comprender mi perplejidad por tu comentario.
Mi opinión es que en toda organización los cuadros dirigentes cambian (elegidos por los miembros de esa organización).
A veces los cambios en las personas implican cambios en el ideario de la organización.
El ejemplo al que aludía es el cese de Rosa Diaz. Nos podrá gustar o no la posición de Rosa Díaz, pero no creo que podamos calificar de violencia en el PSOE su destitución. La llegada de Zapatero supuso un cambio en el PSE y se cambió a Redondo por Patxi López, y Rosa mantenía posiciones más cercanas a Redondo que a Patxi. Ahora la han defenestrado. ¿Violencia, Felipe? Más bien, coherencia mal que nos pese a muchos.
En la Iglesia creo que sucede lo mismo, si la cúpula tiene un ideario determinado y piensa que el preservativo, de ninguna manera, pues es natural que el director de bioética de la Universidad Pontificia de Comillas si defiende lo contrario pues lo haga en otro sitio, pero no desde ese cargo, ¿no crees? Aunque nos parezca muy sensata su posición, como quizás nos lo parezca la de Rosa. Creo que la tan española vena anticlerical te ha jugado una mala pasada, ¿no?.
Un saludo,
P. Gil

felipe dijo...

Amiogo Gil, creo que no, la Iglesia es - debe ser - diferente. Las cosas que no son de fe, pueden y deben ser debatidas y si alguien defiende ideas contrarias, lo lógico es que se le haga saber y se le escuche si se le acusa de algo, en caso de seguir defendiendo ideas contrarias , lo lógico será cesarle.
Entiendo el ejemplo de Rosa, pero mira, a Juan la conferencia episcopal española lo expulsa con presiones sin dar la cara, y al mismo tiempo el cardenal de Tokyo le ivita a dar una serie de conferencias sobre bioética ¿ Curioso , verdad?
Por cierto te recomiendo su libro, Tertulias sobre bioética que ha sacado estos dias la editorial Trotta.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Quizás la divergencia provenga de tu idea de Iglesia. Para mí es una organización humana y como tal sufrirá en sus carnes casos de corrupción económica e incluso moral, escándalos sexuales, tensiones entre grupos con distintas sensibilidades, etc..., como podría ser una asociación cultural, una ONG, un partido político o nuestra comunidad de vecinos. Naturalmente sus fines son bastante más trascendentes pero es humana, Felipe, y si ves violencia en ceses porque el superior jerárquico no da la cara, el caso de Rosa Diaz será terrorismo político porque aprovecharon su enfermedad para cesarla. No sé tampoco vamos hacer de esto un drama pero creo que exagerar un pelín.
Un saludo,
P. Gil