
Cuando nace un niño, llega a casa alguien al que hay que cuidar, educar, corregir, mandar. Algo que nadie te ha enseñado. Hay que recurrir a las percepciones propias para transmitir determinados valores, valores conformes a nuestra manera de entender y vivir la vida. Aquellos valores en los que creemos.
En ocasiones nos sentimos desbordados, nuestros hijos no comparten esos valores que vivimos los padres. La TV, el móvil, Internet, las salidas con los amigos, su play station, su primer cigarrillo, su primera noche loca, su libertad para comprar o manejar dinero les hacen ver las cosas de manera diferente a como las vemos nosotros.
En el camino quedan muchas ilusiones perdidas. Las horas que ha estado solo en casa, la tele haciendo de papá y mamá, los video juegos, los juguetes individuales; hacen que acabe confundiendo realidad con ficción, y salga a la calle buscando vivir nuevas aventuras. Y llegan las lamentaciones.
Algo se nos fue de la mano ¿Qué? Quizás el juego, o el juguete, o el niño, o este mundo en el que vivimos.
1 amigos opinan:
el niño no se fue de las manos... aún hay niños en los que se refleja cordura por parte de los padres... el juego y el juguete son básicos, el problema está en llevar las riendas, más bien en no querer llevarlas, en haber delegado tanto que se haya difuminado de tal modo el contorno de los límites, de las reglas, del todo vale. pero cada crisis tiene un punto crítico, al llegar a él la única opción es la remontada, habrá que confiar en un vuelco de la situación actual, no?
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