la vejez no se cura



Las relaciones entre generaciones no son nada sencillas, y su complejidad es fiel reflejo de las contradicciones personales por las que los hombres se cuestionan.
En nuestras ciudades un promedio de un 70% opina que es a la familia a quien le
corresponde cuidar de los ancianos, mientras que un 22 % opina que debe ser el Estado quien lo haga.

Curiosamente si se les pregunta a los ancianos, estos en un 56 % se inclina por la familia y un 36 % por el Estado. Como no podemos pensar que la mayoría deseen pasar sus últimos años lejos de los suyos debemos de imaginarnos que en realidad lo que desean es no ser una carga para los suyos.

Los avances médicos no han hecho desaparecer los problemas de salud, simplemente los han retrasado varios años,

Esto lleva a que muchos de ellos sean ingresados en residencias donde conviven con otros en un ambiente aséptico e impersonal, alejados de sus familias , familias de las de hoy, no preparadas para afrontar los problemas médicos y humanos que plantea la ancianidad.

Aunque el ingreso de un padre anciano y enfermo no constituye un abandono, muchos lo consideran así, ya que su padre no actuó de la misma manera con los suyos.

La vida de estos ancianos transcurre entre una cama, una mesa y una silla donde suelen recibir visitas cada vez más espaciadas de sus familiares y van viviendo la muerte de los que les rodean como una lotería que a ellos les elegirá un día.

Poco a poco el vínculo con el exterior se va rompiendo y los ancianos se quedan solos y relegados esperando el fin.

3 amigos opinan:

la granota dijo...

No siempre es así. Muchos de estos centros ofrecen una amplia gama de actividades y permiten que los ancianos se relacionen con gente de su edad. A veces están más solos en casa de su familia, frente al televisor.

Diana L. Caffaratti dijo...

LA vejez es una problema que no se resuelve fácilmente,. Ni es fácil para nadie... Los tiempos que corren cuando cada quién vive prisionero de obligaciones caníbales para subsistir, hace que los hijos se conviertan - la mayoría de las veces - en caníbales de sus propios padres.
De ambas partes se vive la angustia: una por soledad, otra por encontrarse en la disyuntiva de qué hacer sin resentir la vida de la familia y del propio anciano.
Lo que dices es una realidad absoluta. Te has puesto en la piel del solitario...
Qué difícil planteo, Felipe, les espera a nuestros hijos...
La vida nos dispersa y cuando llegamos a cierta edad nos resistimos a dejar nuestros espacios, nuestros tiempo, nuestros silencios... Y los hijos, que impulsados por nosotros fueron a buscar mejor destino a otroas geografías con una profesión que no los acoge en su pueblo, sufren mucho más que nosotros. Estoy segura.
Un abrazo

Anónimo dijo...

curiosa metáfora, canibales de sus propios padres, pero muy cierta, querida diana, no será fácil para los jovenes, pero tampoco lo está siendo para los ancianos que no estaban preparados , ni por cultura ni por tradición, para esto.
Un abrazo