Aprender a esperar




El protagonista de la novela de Paul Auster, Brooklyn Follies , recuerda que su madre le decía que no se puede cambiar el tiempo. Es posible. Pero si se puede recuperar. Estoy de vacaciones e intentaré recuperar el tiempo y para eso he de aprender a esperar.

Se acabaron -por un tiempo- las prisas, los horarios rígidos, las reuniones de trabajo, el papeleo sin fin, el temor a llegar tarde siempre, la monotonía de la rutina…etc.

Ese aprender a esperar puede ser una apasionante aventura, prestar una atención especial para captar los sonidos de la calle, los pasos veloces o lentos de las personas que van y vienen, las conversaciones que tejen entre ellos, de sueños, de esperanzas; los ruidos de los coches con su música a todo volumen y sus fenazos; el silencio de la calle a determinadas horas; los colores del paisaje urbano en sus edificios, en sus escaparates multicolores.

Captar las señales de la vida, los estados de ánimo las palabras que acuden a nuestros labios o que escribimos, las horas encontradas para conversar con los amigos o los vecinos, los libros que esperaban nuestra lectura, el placer de sentarse en una terraza y tomar una cerveza fresca o un helado, disfrutar de la noche sin prisas, el pasear y ver los cambios producidos en nuestro entorno habitual y, por supuesto, disfrutar de la compañía de la familia, de mi mujer, de mis hijos, de mis nietos.

De ahí que una actitud de espera, de constante y anhelante espera nos haga disfrutar de la recuperación de horas y de tiempo en estos días vacacionales. Es recuperación puede hacerlas unas inolvidables vacaciones.

2 amigos opinan:

Titania dijo...

deberíamos esperar todo el año...y el caso es que sí esperamos...pero nos equivocamos con los objetos de nuestras esperas: el autobús, el metro, el verde del semáforo, nuestro turno en el súper...

por el momento, yo espero algún milagro ;)

biquiños!!

felipe dijo...

Los milagros existen, quizás no nos damos cuenta de ellos, porque son cotidianos, o porque esperamos que vengan acompañados de truenos y relámpagos.
Algunos piensan que los milagros son los susurros de Dios, y esos susurros los vemos en la sonrisa de un niño, en los ojos vivos de una persona mayor, en los buenos días que damos o recibimos, etc.
Sólo necesitamos creer que los milagros existen para verlos, y tu milagro, ese que esperas, está ahí, esperándote y lo encontrarás, seguro que sí.
Ya sabes que me has hecho feliz, muy feliz, volviendo a aparecer por aquí.
UN abrazo