Mi suerte

Tengo la suerte de ser el que soy, de tener la edad que tengo, ni menos ni más, tengo la suerte de tener casa y trabajo, de estar casado y ser padre, abuelo y tener familia, amigas y amigos.
No tengo la suerte de ser pobre. Tampoco la de ser rico, tengo la suerte de tener más de lo que necesito, la suerte de aceptar mi suerte, sin conformarme con ello.
No tengo la suerte de ser obispo, ni político, ni funcionario. En cambio tengo la suerte de no querer serlo. No tengo la suerte de ser mujer, ni soltero, ni parado, ni jubilado, ni de haber nacido en Madrid o en Roma.
Otras personas tienen otras suertes, mejores o peores.
Ni me dan envidia las que parecen mejores ni me suscitan desprecio las que parecen peores.
Ojalá que cada quien y cada pueblo fuera dueño de su suerte y nadie decidiera la suerte ajena.
Lo que la vida nos da es una suerte, no es un destino fatal.
La suerte puede cambiar o la podemos cambiar, o vivirla de una manera que sea una suerte vivir.
Tengo muchas suertes, pero otras no.
¡No se puede tener todo!

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