
Estamos asistiendo a momentos en los que se nos suele acusar con bastante facilidad de no decir la verdad, de estar equivocados, de errar en nuestras apreciaciones.
Pero apenas se habla de la verdad. Sentimos una espontanea rebeldía ante el dogmatismo, político, religioso, cultural, ante el fanatismo intransigente. Sentimos curiosidad por recorrer caminos antes vedados. Esa curiosidad es la que nos ha hecho descubrir que la verdad no es tanta verdad, que la falsedad no es tanta falsedad.
Pero ¿qué es la verdad?
No tengo muy seguro de que estemos interesados en saber la respuesta ya que no nos va a hacer cambiar de conducta. ¿Acaso no está condicionada por nuestro “ego”, nuestros intereses, condicionamientos? ¿ No tenemos una visión parcial de las cosas, de tal forma que una visión más amplia, más completa haría nacer en nosotros otros conceptos distintos?
La verdad se construye. Se percibe cuando se entra en el juego de las ideas y en la relación con otras ideas. Las ideas nunca vienen solas. Juegos, en ocasiones sutiles, emparentan unas ideas con otras a las que se asemejan y las diferencian de otras con las que chocan.
En muchos casos vivimos sin saber a qué atenernos.¿ Somos capaces de tratar los problemas reales que nos aquejan, diciendo nuestra verdad, o nos reservamos, disimulamos para no herir, para no comprometernos, para no buscarnos problemas?
Decir la verdad, a pesar de las dificultades, aunque al principio desconcierte irá mejorando el entorno en el que nos movemos.
