¿Por qué nos estamos convirtiendo en una sociedad violenta?




Vemos que los hechos violentos se suceden en nuestra sociedad y en las más variadas circunstancias sin que podamos encontrarles explicación.
Personas más expertas que yo podrán analizar este fenómeno e incluso sugerir pistas y caminos para evitar un aumento de ese mal gratuito que vemos a nuestro alrededor.
Pero no me resisto a sugerir algunas pautas, que desde mi modesto entender, pueden haber dado lugar a la aparición de estos episodios de violencia.
Estamos ante una sociedad nueva que cambia a enorme velocidad sin tener un modelo definido y sin saber hacia donde camina. Los padres y profesores hemos dejado de ser un modelo a seguir para nuestros hijos y alumnos al mismo tiempo que hemos empezado a ser menos exigentes y si más tolerantes con ellos.
Al mismo tiempo la prensa en general ha entrado en un proceso de trivilización desde el cual ha prestado atención a cosas superfluas, para convertirlas en imprescindibles, y sin las cuales no se puede vivir; al mismo tiempo que ignora o minimaliza otras que son más importantes.
Nos hemos quedado sin valores que enseñar, ni que nos sirvan de referente, ni siquiera religiosos. Si añadimos la sensación de impunidad que parece existir por parte de la ley y de la justicia. Y la aparición de tintes racistas en nuestra sociedad, que nos negamos a aceptar del todo, aumenta dicha violencia. La sensación que damos es la de personas que huyen, damos pasos hacia atrás y esperamos.
¿Quizás a alguien que nos lo resuelva?

1 amigos opinan:

Anónimo dijo...

Estimado Felipe:
Vengo leyéndole hace algún tiempo, y me parece ver una sombra de pesimismo muy habitual en sus anotaciones. Soy padre de dos hijos, y no me gusta pensar que tienen un futuro tan negro. Los valores siguen existiendo, y no son diferentes ahora que los de tiempos pasados. Lealtad, sinceridad, bondad ... Debemos insistir en enseñarlos, así como la existencia de límites que no deben ser sobrepasados. Es cierto que por diversas razones se hace más difícil atender a nuestros hijos, y que a veces, pensando en nuestra infancia llena de carencias, cuesta trabajo negarles lo que piden, intentando suplir nuestra atención con regalos. Pero al igual que si es necesario dejamos que les "pinchen" para una analítica o para medicarlos, debemos negar caprichos por mucho que les duela. Debemos atenderlos directamente, dandoles nuestra afectividad día a día, dedicandoles más tiempo. En definitiva, educar, en una labor conjunta con los centros de enseñanza. Se ha pasado del Don Juan a Juanillo, y tan malo es un extremo como el otro. Pero no hay que perder la esperanza de poder construir un mundo mejor para que lo vivan en paz y armonía.
Saludos.