¿Disminuye el aprecio por la Iglesia?




Aunque la mayoría se siga confesando católica y siete millones de personas acudan los domingos a misa ¿Por qué no se quiere a la Iglesia ahora?

Existe una imagen bastante triste y negativa de la Iglesia, en parte porque en los últimos tiempos tiene demasiada tendencia a regañar, y en parte porque existe una tendencia a ignorar o no apreciar sus valores e incluso a defender contravalores.

Para otros, la razón está en que no se quiere a la Iglesia porque va por la vida con todas las preguntas resueltas, con aire de suficiencia, como si las dudas, equivocaciones o fragilidades de la vida no fuesen con los católicos.

Otras opiniones afirman que no se aprecia a la Iglesia porque resultan casi invisibles los hombres y mujeres que viven apasionados por el Evangelio, el mundo, sus problemas y sus gentes y, en cambio, quienes aparecen suelen regañar más que animar y parecen más preocupados por defender derechos que por arrimar el hombro con otros para sacar adelante el mundo.

Hay quienes afirman que no se quiere a la Iglesia porque en lugar de contagiar la frescura del Evangelio repites viejas palabras y costumbres con un tono apagado y mortecino.

Y vosotros ¿qué opináis?


5 amigos opinan:

Diana L. Caffaratti dijo...

Ya no sé si me cabe lo de católica, aunque bautizada y ha un tiempo, practicante...
Prefiero identificarme cristiana.Y dar testimonio de cristiandad de la mejor manera posible.
No deseo herir a quienes siguen fieles los mandatos esclesiásticos y tiene la bondad de sobreponerse a los errores que cada vez más públicamente se conocen en el seno del catolicismo.
Ya te he contado en una oportunidad, los deslices y aberraciones de sacerdotes en mi pueblo,que determinaron mi retiro en la paz de mi hogar, puesto que en el templo no la encontré.

Carlos dijo...

Yo creo Felipe, que todo lo que comentas influye.
Personalmente creo que necesitan fichar a un experto en marketing y cambiar radicalmente. Fíjate que teniendo un icono como Jesús y la Cruz, un best-seller como la Biblia y, sobre todo, un mensaje tan hermoso como el del Nuevo Testamento (AMAR Y PERDONAR SIN LÍMITES), están quedándose solos a pasos agigantados.
Creo que necesitan cambiar de formas (regañan), de vestuario (¡van de negro y con sotanas!), de ritos (la misa es aburrida ¡pero con ganas!), de residencia papal (viviendo en el Vaticano es imposible dar imagen de estar cerca de los pobres, aunque realmente lo estén), la forma de relacionarse con el poder (deberían apoyar la objeción de conciencia con respecto al ejército en vez de bendecirlo)... en fin el experto en marketing no soy yo pero ¡habría tanto que cambiar!...
Perdona la extensión, pero no he podido ser más breve.

felipe dijo...

Teneis razón, hay mucho que cambiar. Los sacerdotes dificilmente pueden estar a la altura de todo lo que se necesita de ellos: organizadores, hombres de cultura, abiertos al mundo y a sus problemas, trabajadores, ejemplos de lo que predican, catequistas de niños, jóvenes y adultos, gentes que necesitan que se les acompañe en su camino hacia Dios, directores de culto que no aburran y enseñen a la vez a comunidades cada vez más viejas y con presencia de gentes de todas las edades.
Pero, sin discutir vuestras palabras, ¿ no solemos confundir Iglesia con sus dirigentes? ¿Son los miembros de la Iglesia tan culpables de que las personas les vuelvan la espalda como los obispos y cardenales? ¿O por el contrario, no vemos - quizás porque no se hacen ver- a los que intentar vivir la doctrina, ayudando a la gente y buscando un mundo mejor y por eso generalizamos?
Y una tercera vía, ¿no es más cómodo atacar a la Iglesia para conseguir poner en voga unos valores diferentes, por muy respetables que sean ?
Un tema complejo, amigos Dilaca y Carlos. Gracias por vuestros comentarios

Diana L. Caffaratti dijo...

Felipe querido.
La Iglesia también la componen los sacerdotes y todas las categorías superiores. Sus fieles esperan de ellos, sobre todo, conductas ejemplares... Es posible que sea parte de un mito que el mismo sistema haya creado a lo largo de los siglos... También es posible que en estos tiempos cuando todo se cuestiona por cuestionable en verdad, la Iglesia no pueda escapar de tal realidad.
Encuentro en carlos, un comentario que casualmente hace tiempo, en un programa de radio y en diálogo con un párroco, reflexionábamos acerca de la presencia de la iglesia en mi comunidad y el poco aprovechamiento de los medios masivos y sus discursos para combatir y ganar (valgan los términos)

Carlos dijo...

Felipe yo creo que no se confunde la Iglesia con sus dirigentes, lo que ocurre es que la imagen de cualquier organización depende de la de sus líderes.Por ejemplo, tenemos una opinión de los partidos políticos por la que dan sus cabezas visibles aunque el vecino del quinto sea militante de base y nos parezca una bellísima persona.
Por otro lado, si hay que cambiar la liturgia, las vestimentas, las maneras, etc es algo que tendrá que decidir la jerarquia eclesiástica y, por lo tanto, es a ellos a los que van dirigidas las críticas. Los pobres párrocos tendrían que recibir homenajes públicos todos los días pero ni son conocidos ni tampoco a ellos se dirigen las críticas (salvo alguna excepción que inmediatamente aparece en todos los medios).