Una sociedad insensible

Los periódicos vienen llenos de noticias y comentarios diversos. Muchos de ellos nos invitan al optimismo, vemos la posibilidad de entrar en un mundo mejor para todos y en casi todos los sentidos. Sin embargo la realidad es tozuda. Los problemas están ahí, pero da la sensación de que queremos huir de ellos, de esconder la cabeza para no verlos.
La corrupción en muchos de nuestros ayuntamientos y entidades publicas no solo disminuye sino que aumenta día a día. Casos como el de Marbella, el de Alicante; los planteados por los partidos políticos catalanes que reclaman parte de los sueldos a los empleados en la Generalitat para mantener su empleo; la violencia callejera, los que amenazan por salir a la luz pública en Murcia, Valencia; las mafias que se van instalando en España, las de la droga, las del este europeo, las latinas; los problemas de empleo mal pagado y con abusos de propietarios en cuanto a discriminación salarial o en cuanto a los derechos de los trabajadores; los botellones de los jóvenes en las ciudades ajenos al ruido y a la suciedad que generan entre otras cosas,; la facilidad con que nos saltamos las normas de tráfico, insensibles a los cientos de muertos que se producen en las carreteras y muchos más que podemos citar dan una triste visión de esta sociedad.
Da la sensación de que pasamos de ellos, de que alguien los solucionará sin nuestro concurso, que siempre han existido problemas y sin embargo vivimos mejor, pero eso no es así o empezamos a exigir el cumplimiento de las leyes, honradez en los funcionarios públicos y lideres que se preocupen del bien común o vamos caminando al caos . Y para ello debemos de dejar de ser personas insensibles a las cosas y a las gentes que nos rodean, todas forman parte de nuestra vida e influyen en ella.

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